domingo, 21 de octubre de 2012

Cosas de chicas (dedicado a Clau y Ary, dondequiera que estén)

No recuerdo bien la razón que me llevó a la habitación de aquellas dos hermosas chicas y a pasar todo un fin de semana encerrado en su armario. 

Uno llega a una fiesta invitado por no sé quién, toma una copa e inicia una conversación intrascendente con otra persona. "¿De dónde vienes?, ¿a quién conoces?, ¿estudias o trabajas?". Otra persona se une a la conversación, se van apurando las copas, risas, que si te presento a fulanita, que mira qué buena está menganita, más risas. Acabas sentado en un sofá abrazado por una chica a la que acabas de conocer, pero por la desinhibición derivada de la ingesta alcohólica se comporta como si la conocieras de toda la vida. Hablas de la última película de ciencia ficción que has visto, a ella le gustan más las románticas. Resulta que estuvimos en el mismo concierto, coincide que nos gustan los mismos grupos musicales, los mismos libros. Conexión total.  Tonteas un poco, le guiñas un ojo, cuando estás a punto de besarla alguien te pasa un porro. Le das un par de caladas y se lo pasas. Ella hace lo mismo y se lo pasa al siguiente. ¿Por dónde íbamos? Cuando quieres repetir la operación, suena la canción. Se levanta como un rayo y se pone a bailar. Yo que ya estaba un poco elevado por el porro y por las copas que llevaba (no soy capaz de recordar) me quedo sentado. Otra persona se sienta en el lugar que dejaste. Inicias otra conversación, más risas. Al final se forma un grupo y conversas sobre lo mal que está el mundo, lo intentáis arreglar. Los porros circulan a velocidad de vértigo, la habitación ya parece un submarino. La música suena, la gente baila, pasan las horas. Haces el truco de la bolsa de té, y tres o cuatro juegos de magia que aprendiste en la cafetería de la facultad.  La gente se lo pasa en grande. Sigues contando chistes, te cuentan otros. La chica con la que casi te besas, cansada de bailar se sienta en tu regazo. Acaricias su espalda, te agarra de la mano y empieza a jugar con ella. La habitación se va haciendo más pequeña, ríes, quien te habla parece que está lejos y al momento está más cerca. Cada palabra es motivo de celebración, de carcajada, estamos todos drogados. Empiezas a comerle la boca a la chica sentada sobre ti. Ya ni te importa la compañía, te concentras en lo que estás haciendo, sientes que todo va a cámara lenta. Quien está a tu lado sostiene un porro y te lo pasa, compartes el humo inhalado con quien te estás besando. La persona que está a tu lado te dice, que también quiere lo mismo. Le das otra calada y repites el gesto en otra dirección, poco a poco, sintiendo como el humo va saliendo despacio de tus pulmones, atraviesa la traquea, la garganta y la boca y se va introduciendo lentamente en la boca de la otra persona, quien te agarra del cuello para que no se escape el humo. Cada vez estáis más cerca. Quien te besaba empieza a lamerte el cuello y te empuja para que juntes los labios con la otra persona. La lenguas se entrelazan, comienzas a comerle la boca a la otra persona. Te das cuenta de que la otra persona es otra chica, muy parecida a la muchacha con la que te besaste por primera vez. Estás tan pedo que te hubieras besado con el perchero si se hubiera puesto a tiro. Miras a tu alrededor, la gente está a lo suyo, unos besándose, otros riéndose, nadie se fija en nosotros. Una pareja se ha metido en una habitación a coger, otros aprovechan el baño para lo mismo. Permanezco en el sillón comiéndome la boca de aquellas dos desconocidas, que también me acarician. Se oyen gemidos, la habitación se me hace cada vez más pequeña, los sentidos se afinan o esa es mi percepción. Todo da vueltas y noto una mano que me acaricia la verga, otra mano se me ha metido por debajo de la remera y acaricia mi pecho peludo. Mis manos ya tocan las nalgas de las dos chicas que me besan, lamen y se entretienen desabrochando los botones de mi pantalón. Frente a mi veo como dos chicos se están besando y se masturban el uno al otro. Una chica le está comiendo la polla a un chico, mientras otro se la está follando por detrás. Otra chica, ya en pelotas, se acerca a cada una de las parejas y les va comiendo los morros a todos uno por uno. Mis chicas ya me están haciendo una monumental chaqueta a cuatro manos. Se acerca la chica desnuda y pide a mis muchachas permiso para sentarse encima de mí. Me da un pico y me coloca un condón, se pone de espaldas y de un envión se la meto desde atrás por su sexo lampiño. La agarro de sus tetas y comienzo a follármela a lo bestia. Mis chicas, lejos de enfadarse se despojan de sus remeras y me besan, besan mis pezones. Aunque no era consciente del tiempo que había transcurrido, lo que comenzó como una fiesta normal, llevaba un rato que se había convertido en una orgía. "Me vengo, me vengo" - gritaba la chica encima de mi verga, mientras se convulsionaba derramando abundante flujo sobre mis huevos. El intenso orgasmo de la joven fue el inicio de otros tantos de todos aquellos que se encontraban en la pieza gozando de los placeres del sexo. Los dos chicos que se estaban masturbando hacían un 69 en el suelo y se vinieron al unísono. La chica que estaba siendo enculada, recibió la leche de los dos varones que la estaban atendiendo. La chica a la que me estaba cogiendo, se dio la vuelta, me dio un beso húmedo, metió la mano en uno de mis bolsillos y me apuntó su número de teléfono en el celular. "Llámame otro día". (Betsabé Fiesta escribió en el contacto). El clímax compartido no fue el final de la fiesta. La gente bailaba desnuda, seguían los besos, de unos con otros, todavía quedaba alcohol y me consta que también mucha hierba. Todavía hipnotizado por los efectos del tetrahidrocannabinol, la intensa cogida recibida y con los pantalones bajados, abierto de piernas y con la verga más dura que un mástil, me quedé reponsando un momento, mientras me fumaba un cigarrillo que robé a alguien. Las chicas con las que me había estado besando habían ido al baño. Tardaron un poco en llegar, ya que alguien también estaba utilizando el baño para lo mismo y se entretuvieron un rato mirando a la parejita que andaba por allá. Al rato volvieron y me encontraron en la posición descrita y diciendo "Esto no lo podemos dejar así", me agarraron de la mano y me llevaron a una de las habitaciones para rematar la faena. Ahí se terminó la fiesta para mí y comenzó otra nueva.

No puedo recordar nada de lo que pasó allí. Sólo algunas imágenes me vienen a la mente del, imagino, delicioso ménage à trois que tuvimos los tres. Luego recuerdo despertar con un fuerte dolor de cabeza y abrazado de las dos chicas con las que me había estado besando. Estábamos desnudos los tres en aquella cama y el sol entraba por las rendijas de la persiana. Me quise levantar al baño y vi tres condones usados tirados en el suelo. Una de mis acompañantes se despertó con igual dolor de cabeza y despertó a la otra. "Levántate, que ya es más del medio día, tenemos que arreglar todo esto". Fui al baño y me encontré la sala donde se celebró la fiesta-orgía como si hubiera pasado un huracán. Botellas vacías, vasos derramados, condones usados, el suelo muy sucio y pegajoso, restos de colillas. Mala suerte para quien le tocara limpiar aquello, pensé. Cuando volví a la habitación me encontré a las dos chicas vestidas con unos escasos pyjamas y con ojeras debido a los estragos de la fiesta. Recogí mi ropa del suelo y me puse a vestir, cuando una de ellas salió al salón y vio el estado catastrófico en que había quedado la casa. Pegó un grito y la otra salió de la habitación para ver qué pasaba. También dio otro grito. Volvieron a la habitación con cara de encontrarse en problemas. Me compadecí de ellas y de pronto les dije de ayudarlas con el trance. Antes que nada y como no lo habíamos hecho el día anterior, nos presentamos. Me dijeron que se llamaban Clau y Ary, que eran hermanas, que sus padres estaban fuera, que habían quedado al cuidado de la casa y que su tía vendría por la tarde a hacerlas una visita para ver que todo estaba bien. Esto las preocupaba bastante, Agarré mi celular y llamé a la señora que limpiaba el departamento de estudiantes que compartía. Era una experta en zonas de desastre (hacíamos muchas fiestas) y aunque era en fin de semana, no le vendrían mal una paga extra. Llegó en menos de una hora, mientras tanto ya habíamos hecho desaparecer todas las botellas vacías, los condones usados y algunas cosas más. Doña María se puso manos a la obra y rápidamente dejó limpia la casa, como si no hubiera pasado nada el día anterior. Le pagué lo convenido y una pequeña propina por las molestias. "A la orden", fueron sus palabras y se fue. Las dos hermanas estaban más que agradecidas por mi gesto y querían recompensarme. "No hay problema, solo invítenme a la próxima fiesta", les dije. "Eso por descontado, pero al menos déjanos darte algo de desayunar, aunque ya sea tarde" - contestó Clau. "Sí, dale" - dijo Ary. Agarraron cosas del freezer y las llevaron a la habitación, pusieron música y comimos queso, uvas y algo de jugo. Les pregunté si se acordaban de lo que había ocurrido la noche anterior. "Todo se descontroló, sé que hicimos travesuras, pero no recuerdo nada más" - dijo Clau. "Yo sólo recuerdo hasta que llegamos a la habitación, nos echamos a la cama y nada más..." - contestó Ary. Estaba intrigado por los tres condones que me había encontrado por la mañana a los pies de la cama. ¿Serían míos? También me pregunté de dónde los había sacado, cuando habitualmente suelo llevar máximo dos encima. Tampoco tenía importancia. Lo que hubiera pasado o no aquella noche entre los tres, quedaría allí. "Tal vez otro día podríamos repetir" - dije yo. Quizás la pregunta fue demasiado atrevida pues se ruborizaron. Creo que no eran conscientes de lo que habían hecho y el haberse dejado llevar de esa manera, tal vez, las hacía sentir culpables. Aproveché la confianza para conocerlas un poco mejor, preguntarles sobre sus gustos, sus aficiones, a qué se dedicaban. En esto que suena la puerta de la casa, debía ser la tía. El pánico se instaló en los rostros de Ary y Clau. Ni yo, ni nadie debía estar ahí. La orden venía de sus padres y su tía las vigilaría, con lo que si me encontraba allí, podría meterlas en problemas. Rápidamente me escondieron en un armario desde donde podía ver lo que sucedía fuera gracias a unas rendijas. La tía entró en la habitación...

Tía - Y bien, mis muchachitas, ¿no vienen a saludar a su tiíta? (La tía debía andar por sus cuarenta y pocos, era una mujer atractiva, con curvas apetitosas y llevaba un vestido negro ajustado de una pieza, medias de rejilla y zapatos de tacón, venía como arreglada para una fiesta o probablemente venía de una)
Ary y Clau - Hola tía Marcia, ¿cómo está?
T - Muy bien, vine a verlas a ver si todo está bien, como les prometí a sus papás.
C - Ya ve, tía, aquí estábamos escuchando música
T - ¿Qué raro que no hayan organizado ya ninguna fiesta?
A - ¿Cómo cree, tía Marcia?, nosotras somos dos chicas formales.
T - Su mamá y yo hacíamos nuestras bacanales cuando sus abuelos salían de viaje...
A - ¿Ah, sí, tía?
T - Claro, eso lo hemos hecho todos cuando éramos jóvenes. Sú mamá de ustedes se traía a sus novios a casa y yo a los míos. Sus abuelitos nunca lo supieron.
C - ¿Que mamá se traía a los novios a casa?
T - Sí, su mamá antes de conocer a su papá tuvo varios novios
A - Vaya con mamá...
T - Y eran unos cuerazos impresionantes. Con alguno de ellos tuve algo después. 
C - Tía Marcia, no teníamos ni idea que mamá anduviera con otros hombres antes que papá.
T - Y eso enojaba mucho a tu abuelito, lo cual hizo que nos tuviera siempre muy controladas, hasta el punto de prohibirnos hacer fiestas en su ausencia.... Pero eso no fue impedimento para que las hiciéramos.
(Ary y Clau asintieron con sorpresa)
T - De hecho, en una de esas fiestas, tu mamá conoció a tu papá y ese mismo día te concibieron (señalando a la mayor de las hermanas). Se armó un buen relajo y tu abuelo echó de casa a mamá y a mi me envió con las monjas a un internado. (Las chicas estaban todavía más sorprendidas por la confesión de su tía)
C - A nosotras nos contaron que se conocieron en una fiesta, que se enamoraron y que se casaron pronto.
T - Sí, algo así sucedió, lo único que fue el abuelo quien los obligó a casarse. Lo bueno es que su padre es un buen hombre y se hizo cargo de la situación. Mi hermana tuvo mucha suerte con su marido.
C - Y cómo fue después, ¿qué ocurrió?
T - Ya saben, eran otros tiempos, un embarazo era un motivo de vergüenza. Casaron a tus padres de mala manera. Recuerdo los rostros tristes de ese día. ¿No se dieron cuenta que apenas hay fotos de la boda de sus padres? Su papá estudiaba arquitectura y su mamá no había terminado la prepa. Hicieron un arreglo para que su papá trabajara en el estudio de arquitectura de su abuelo paterno, mientras terminaba de estudiar. Su mamá estudió enfermería y ayudaba al abuelito en la consulta. Los dos fueron a vivir a casa de mi abuelita que había quedado sola cuando falleció. Su papá sacó la carrera cuando usted tenía tres añitos y usted recién acababa de nacer. Fue a estudiar a los Estados una maestría y regresó con un contrato muy bueno en una empresa constructora. Sus abuelos vieron que su papá era un hombre muy honrado y trabajador y que quería mucho a su mamá, a quien no le faltó de nada, ni a ustedes. Y lo aceptaron. Deberían estar muy orgullosas de sus padres.
A - Nunca nos contaron nada de eso.
T - Eran ustedes muy pequeñas y eso continuó siendo un pequeño secreto de familia.
C - ¿Y qué pasó con usted, tía?
T - Yo fui al internado, terminé mis estudios y me fui a los Estados para estudiar Derecho.
A - Pero si usted no tuvo ningún problema, ¿por qué mis abuelitos la enviaron al internado?
T - Tanto como no tener problemas... ¿Ustedes recuerdan al Doctor Salvatierra?
C - ¿El doctorcito, el que fue socio del abuelito?
T - Ése mismo, que el Señor lo tenga en su gloria. Un día, su abuelo nos encontró en la consulta...
A - ¿Qué hacían, tía?
T - Demasiadas preguntas, ¿no creen? Además, son ustedes muy jóvenes, no creo que sea apropiado...
C - El abuelo los sorprendió cogiendo...
T - Clau, ¿qué palabras son ésas? (dijo la tía con algo de enojo)
C - Disculpe tía, no quise ofenderla.
T - No tiene que disculparse, ya son ustedes dos mujeres y probablemente ya tengan sus experiencias, sus novios y no debería andarme con tabúes. En efecto, nos sorprendió cogiendo. El doctor y yo teníamos una relación y el abuelo se enojó muchísimo. Tanto fue así, que lo expulsó del consultorio y a mi me enviaron al internado con las monjas. Tiempo después, el abuelo perdonó al Doctor y volvieron a ser socios. Para ese entonces yo ya estaba en el extranjero estudiando.

Desde mi escondite seguí toda la interesante conversación sobre los orígenes de la familia, las experiencias de la tía, de la relación con el Doctor. De cómo en el internado comenzó a tener relaciones con otras chicas, de la represión de las monjas, de cómo fue a estudiar a los Estados, de los novios que tuvo allí, de cuando volvió, de por qué seguía soltera. Se iba haciendo de noche y la tía pidió algo de comer para cenar. También pidió un par de botellas de tequila para conversar con las sobrinas. El pedido llegó y comenzaron a cenar y a tomar. Los tragos iban sucediéndose a las confesiones por parte de la tía.

T - Bueno, basta ya de hablar sobre mí. Creo que les he dado mucha información y ahora quisiera saber algo de ustedes... por ejemplo ¿tienen novio? (esa pregunta era interesante)
A y Clau al unísono - ¿Como cree, tía?
T - Las dos son bien bonitas y seguro que tienen muchos pretendientes
A - No se crea, tía.
T - Pero alguno habrá por ahí...
C - Si se refiere a si somos vírgenes todavía, no, no lo somos. (La tía abrió los ojos, sorprendida, pero comenzó a soltar una sonora carcajada)
T - Mis dos niñas son ya unas mujeres. De eso no cabe duda, dos mujeres bien lindas que seguro que tendrán excitados a todos los hombres.

La conversación continuaba acerca de las experiencias de las dos muchachas. Hablaban de sus novios, de como se desvirgaron, de los tamaños de sus amantes, de posturas. Estaban muy animadas, habían creado un clima de bastante confianza y hablaban a su tía como si fuera una amiga más. Le comentaron que en ese momento no estaban jalando con nadie, pero que habían conocido a un chico muy interesante y muy amable, y que les gustaba a las dos. A lo mejor se estaban refiriendo a mí ¿quién sabe? Las botellas de tequila iban bajando y también el ambiente se había caldeado

C - Y tía, ¿cómo es eso de estar con mujeres?
T - Les tengo que confesar que es una experiencia diferente. No sé cómo explicarles. Una mujer sabe como complacer a otra mujer y si se logra la confianza y el ambiente necesario, es algo maravilloso. No piensen que su tía es tortillera, pues también me gustan los hombres. Es diferente, pero muy satisfactorio también.
A - ¿Pero no es, así, como raro?
T - La vida nos ha dado un regalo maravilloso que son nuestros cuerpos y la sexualidad es una forma de comunicarse con los demás, una forma de disfrutar nuestros cuerpos y no importa si se trata de un hombre o una mujer. ¿Nunca han sentido atracción por alguna mujer?
A - Qué cosas dice, tía
C - Sí, hay una chava de aquí del reparto que me parece bien bonita. Es muy sexy y viste muy atrevido. Un día la vi besándose con su novio y me entró curiosidad sobre cómo sería besar a una mujer. Es algo que me excita, pero sigo prefiriendo una verga.
T - Jajaja, claro mi niña, claro... Usted no es de piedra, seguro que no le haría ascos ni a la chava, ni a la verga, jajajaja (rieron todas)
A - No sé, besar a una chava, no sé, me sentiría rara.
T - Sí, resulta raro al principio, pero eso es culpa de las porquerías que nos meten en la cabeza desde pequeñas. Las cosas han de ser de una manera y lo contrario es contranatura... ese discursito ha hecho mucho daño, les digo. Ya no se trata de un hombre o una mujer, se trata del placer que puede sentir alguien al besar los labios de otra persona, al sentir una caricia sobre la piel, al sentirse deseado, se trata de personas, de su intimidad, de que todo es válido cuando dos personas adultas consienten. Así es como lo veo yo.
C - Tía, ¿usted me besaría? (dentro del armario yo empezaba a ponerme bien caliente)
T - No creo que sea adecuado, sigo siendo su tía. Además, si se enteran sus papás, a mí me matan. De todas formas, creo que eres muy bonita y tienes un cuerpo muy bonito. Creo que cualquiera desearía darte un beso.
C - Tía, le confieso que usted me gusta. Que siempre me he fijado en usted y siempre la he imaginado con sus novios, cogiendo, desnuda. Tiene un cuerpo espectacular y siempre he pensado en cómo sería besarla.
T - Me siento muy halagada, pero entiende, esto podría traernos problemas.
C - Dele, tía, dele, deme un beso
T - No sé...
C - Tía, seremos una tumba.
T - Está bien, sólo un beso

Clau se acercó lentamente hacia la tía Marcia, como con timidez. Ary las observaba sentada en la cama, como con cierto reparo, pero igualmente excitada. En su camisola se marcaban fuertemente sus pezones y había empezado a tocarse su panochita por encima del short. Marcia inició con un pico el beso a su sobrina, luego puso una mano en la cintura de Clau y su otra mano en la nuca. Iniciaron un largo e intenso beso con lengua, disfrutando cada movimiento, el roce de sus labios, la ternura del primer contacto y la pasión desenfrenada de después. Las manos de Clau se aferraron a las nalgas de Marcia, mientras, un servidor, expectador de una de las escenas más sensuales que había visto en su vida, me había quitado el zipper y comencé a masturbarme lentamente. Ary, llevó su mano a la boca y después la llevó a su sexo. El beso duró unos cuantos minutos.

A - Ah. ya está, dejen de comer en casa del hambriento, váyanse a un motel...
C - Ufffffffffffffffff, gracias tía, ha sido maravilloso.
T - Sí, mi niña, ha sido maravilloso
C - Ary, ¿tú no te animas?
A - No sé, me da cosa.
C - Pero bien que te estabas tocando, pendeja...
A - Ay, no sé, tía. Usted es bien bonita, pero yo no soy lesbiana.
T - Ni yo, ni tu hermana. Pero si no quieres, no pasa nada. 
A - Si sí que tengo ganas, pero no sé, me da mucha pena, la verdad.
T - Hagamos una cosa, te vendaremos los ojos y sólo sentirás el beso, si quieres.

La tía Marcia parecía que había roto otro tabú y se encontraba realmente excitada. La resistencia de Ary iba desapareciendo conforme Clau vendaba sus ojos con un pañuelo. La tía hizo un gesto a Clau para que fuera ella quien diera el beso a Ary. Ary puso la boca en posición de ser besada y Clau primero le dio un pico y después comenzaron a besarse con lengua. Esto excitó mucho a Ary que alargó sus manos para tocar a quien la estaba besando. Con sorpresa, al tocar los pechos de su hermana, se dio cuenta de que no era la tía quien le metía la lengua en la boca. Lejos de enojarse, siguió con el beso y sobando a Clau, a la que despojó de la camisola y comenzó a besarle los pechos. La tía, miraba toda la acción desde los piés de la cama, comenzó a tocarse los pechos y finalmente se deshizo del vestido que a esas horas, con la calentura, la oprimía. Clau despojó de su camisola a Ary y siguió disfrutando de los lametones de su hermana sobre sus pechos. Yo no daba crédito a lo que veía, estaba bien arrecho, cachondo, excitado. Ary se quitó la venda de los ojos y se dirigió a su tía y comenzó a besarla. Clau se puso a su izquierda y comenzó a acariciar a la tía. Se alternaban una y otra en besar a su tía, en acariciar sus sexos y en ir experimentando sensaciones hasta ahora inéditas. Era increíble ver a aquellas tres mujeres revolcándose en aquella cama con un edredón de Hello Kitty, comiéndose, devorándose, totalmente desinhibidas  El único problema era que no podía participar de su fiesta y me tuve que conformar con mis manos. A continuación la tía Marcia le quitó la bombacha a Ary y comenzó a besarle el ombligo y el vientre bajando hasta su sexo.

T - Ahora les voy a enseñar como una mujer sabe complacer a otra mujer.

Marcia besaba los muslos de Ary, mientras Clau no perdía detalle. Ésta abrió una gaveta y sacó un vibrador con el que empezó a jugar. Marcia lamía los labios de su sobrina que se retorcía de placer por las atenciones recibidas. Clau se masturbaba con el vibrador a la vez que besaba a su hermana y se acariciaba sus enormes pechos coronados por dos duros pezones color café. Marcia buscaba la aprobación de su sobrina para continuar con sus operaciones. Sólo los gemidos de Ary eran suficientes para que la tía lamiera de arriba a abajo toda la longitud del sexo de su sobrina. Ahora era el clítoris de Ary el que recibía el beso de los labios de la tía. Lamidas, succiones se sucedían mientras Ary se convulsionaba.

A - Tíita, no pare nunca.... ahhh, me vengo, ahhhhh, me vengo, no pare, no pare, siga...... ahhhhh (Ary se vino en un potente orgasmo que retumbó en toda la casa, derramando su flujo sobre la cara de la tía. La tía se levantó y tomó de la mano a Clau fundiéndose en un tórrido beso)

Clau tuvo por primera vez la sensación de experimentar el sabor íntimo de una mujer de los labios de su tía. Esto no la dejó saciada porque empujó a Marcia contra la cama, se situó entre sus piernas y le quitó el tanga con la boca para probar, también por vez primera el sabor de una vagina. Al principio, nerviosa, no sabía como actuar.

T - Házmelo como te gustaría que te lo hicieran a ti.

Clau siguió las instrucciones y empezó a comerle la panocha a la tía, quien también gemía de placer. Ary repuesta de su orgasmo se colocó detrás de su hermana y comenzó a hacerle lo mismo que Marcia le había hecho antes. La posición no era cómoda así que se colocó debajo de las piernas. Mi verga estaba a punto de explotar viendo a las tres damas como se daban placer en un hermoso trío familiar. Clau se ayudó de sus dedos para darle más placer a la tía, mientras Ary se ayudaba del vibrador para encender todavía más a su hermana. Marcia agarró la cabeza de su sobrina con las piernas, anunciando su inminente orgasmo que vino acompañado de otros dos más. El grito de aquella mujer aceleró mi excitación y me vine copiosamente sobre la ropa colocada en el armario. La tía Marcia quedó rendida en la cama, mientras sus dos sobrinas se daban placer mutuamente adoptando la posición del 69. Parecían dos expertas chupándose y haciéndose el amor mutuamente. Ambas acabaron viniéndose al mismo tiempo y derrotadas se tumbaron en la cama al lado de su tía. Las muchachas parecía que se habían olvidado que tenían a un hombre en el armario y se dedicaron a darse mimos, caricias y besos gracias a las nuevas habilidades adquiridas. Clau sacó un poco de mota de una bolsita y preparó un porro que compartieron.

A - Tía, ¿sabe?, me gustó mucho aprender con usted.
C - Sí, tiíta, muchas gracias por enseñarnos.
T - No tienen que dármelas, el placer es mío también.
A - Tía no se moleste, aunque he disfrutado mucho de esta experiencia, sigo prefiriendo la verga.
T - Te entiendo mijita, una verga es una verga (todas rieron), si bien ustedes pueden fácilmente sustituirla en un momento dado.
C - Ah, sí? Díganos cómo
T - Usted misma lo hizo cuando sacó su vibrador de la gaveta.
C - Pero no es lo mismo, tía. Ahí todo el trabajo lo hace una misma. No es lo mismo que cuando estás cogiendo con un chavo.
T - Ustedes mismas pueden coger también...

Marcia se levantó, fue a buscar en su gran bolso y sacó un arnés y un dildo con forma de pene, con sus venas y todo. Las chicas preguntaron de dónde había sacado ese instrumento. Marcia les confesó que tenía una amante con la que compartía juegos y que aquella misma mañana había estado usándolo con ella. Marcia se colocó el arnés y pidió a Clau que se pusiera en posición de perrito. Con mucho mimo colocó la punta del dildo en la entrada de su cuevita y se lo fue enterrando de a poquito. Al estar bien lubricada no costó nada entrar y comenzó un suave pero intenso mete y saca. Ary se abrió de piernas frente a su hermana  ofreciéndole su sexo depilado, que gustosamente Clau lamió como había aprendido momentos antes. Las tres mujeres fueron turnándose en el uso de aquel instrumento. Gozándose, cogiéndose, amándose mutuamente. Serían las 5 de la mañana cuando acabaron cansadas y se sumieron en un profundo sueño. Ni que decir tiene que habiendo gozado del bello espectáculo de mis dos nuevas amigas y su tía, también me quedé dormido dentro del armario.

A la mañana siguiente, cuando despertaron, tomaron una ducha y fueron a desayunar con su tía fuera de la casa. Momento que aproveché para salir de aquel armario y de la casa, dejándoles una nota de agradecimiento y el deseo de volver a encontrarlas.

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